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Las Alegrías y Responsabilidades del Liderazgo en el Ministerio
Servir en el ministerio, ya sea como voluntario en el ministerio de jóvenes, como anciano o diácono en el consejo, maestro de escuela dominical o pastor, es una vocación sagrada. Dios llama y la iglesia reconoce el llamado y los dones de sus miembros para servir en varios roles ministeriales que edifican el cuerpo de Cristo. Este servicio es una bendición para la iglesia y, a menudo, una alegría para el líder del ministerio.
Además de ser una bendición y una alegría, servir como líder ministerial conlleva una gran responsabilidad. Los líderes ministeriales tienen el profundo privilegio y la oportunidad única de cuidar la vida espiritual de los demás, acompañarlos en su jornada de fe y ser la presencia de Cristo para ellos. Las personas buscan a los líderes ministeriales para que los guíen e instruyan en asuntos de fe y vida.
En el contexto de esta relación pastoral, los líderes ministeriales tienen una influencia significativa sobre aquellos a quienes ministran. Dicha influencia puede ser utilizada para hacer un gran bien, promoviendo el florecimiento de los demás. Sin embargo, también puede ser utilizada, intencional o involuntariamente, de formas que pueden causar daño.
Con el objetivo de alentar a los líderes ministeriales a usar intencionalmente su influencia para el bien, y para aclarar las expectativas de un comportamiento acorde a Cristo, el Sínodo de la Iglesia Cristiana Reformada en Norteamérica adoptó el Código de Conducta para líderes ministeriales. El Código tiene como función educar y recordarle a los líderes ministeriales cómo deben comportarse en el ministerio de manera fiel a su llamado y rol, promoviendo el bienestar y la paz (shalom) de los demás. Cuando se implementa bien, el Código de Conducta puede ayudar a dar forma a la cultura de una congregación, fomentando una comunidad de respeto, hospitalidad y cuidado.