Pero hacer espacio para Dios es difícil en un mundo caracterizado por la prisa y la hiperestimulación. Sin embargo, los que buscan a Dios con intención y perseverancia lo encuentran. Al encontrarlo a él, descubrimos también el descanso del alma y una vida abundante.
Prácticas que crean espacio para Dios
Históricamente, hay dos tipos de prácticas cristianas que crean espacio para Dios. Se trata de las prácticas de abstinencia y las prácticas de compromiso. Funcionan juntas como la respiración: inhalando y exhalando, vaciando y llenando. Necesitamos ambas para nuestra vida espiritual.
Según Dallas Willard, en las prácticas de abstinencia decimos "no" a ciertas cosas para decir "sí" a otras. Las prácticas de abstinencia incluyen la soledad, el silencio, el Sabbat, la simplicidad, estar en lo secreto, el sacrificio, el ayuno y la castidad. Nuestra cultura colectivamente tiene "miedo a perderse de algo" (el denominado FOMO por sus siglas en inglés). Pero en las prácticas de abstinencia nos retiramos o prescindimos de cosas intencionalmente. Hacemos espacio para algo mucho más grande: la presencia y provisión de Jesús.
En las prácticas de compromiso nos involucramos, comprometiéndonos a ejercer ciertas prácticas y hábitos individualmente y en comunidad. Estas incluyen prácticas de meditación, oración, adoración, compañerismo, hospitalidad, celebración, servicio, confesión y sumisión. Desarrollamos estos hábitos para que Cristo se pueda formar más plenamente en nosotros por el bien de los demás.
En esta sección encontrará cuatro de estas prácticas: dos de abstinencia y dos de compromiso. Hay muchas otras prácticas valiosas que pueden ayudarle a crear espacio para Dios. Le animamos a que le pida a Dios que le guíe a discernir lo que su alma necesita. Un Director Espiritual también puede ser útil en el proceso de discernimiento.